viernes, marzo 26, 2010

COMPLEMENTALIDAD (sic)

Suena alarma. Levanto el brazo desde la cama y la apago. Es sábado. Vuelve a sonar. La intento apagar de nuevo pero ya desperté. Un poco aturdido y confundido, me levanto ¡Uy!, el piso frío. Corro al baño. Estornudo. Lavamanos. Camino a la puerta. Recojo el periódico El Universo. 6 de marzo de 2010. Lo dejo en el comedor. Voy a la cocina y me preparo el café y las tostadas. Regreso con la comida. Me siento a desayunar y leo en la primera página: COMPLEMENTALIDAD. Me asombro. No conocía la existencia de esta palabra. Leo detenidamente: C-O-M-P-L-E-M-E-N-T-A-L-I-D-A-D. Trago el café sostenido por 15 segundos debajo de mi lengua. Dejo la taza encima del comedor. Corro a mi estudio. Reviso el diccionario de la Real Academia. No la encuentro. Verifico bien la ortografía de la palabra: no, definitivamente no está. Prendo la computadora. Espero 5 minutos para que cargue porque está repleta de información inútil (en su mayoría canciones viejas, fotos del recuerdo y artículos científicos que algún día, me engaño, leeré). Ingreso a www.rae.es y tecleo la palabra que busco. Me sale en un color rojo peligro “La palabra complementalidad no está en el Diccionario.”

Regreso al comedor. Cojo la taza de café. Trago dos veces. Sostengo el segundo sorbo más tiempo que el primero. Regreso al estudio. En la computadora prendida, abro Word. Escribo estas palabras. No logro recuperarme del asombro producido por leer, en primera plana, los extractos de un discurso oficial de nuestro Fiscal General, en el que utilizó una palabra que no existe ¡Se la inventó! ¡Se la sacó de la manga! Eso deja mucho que desear, pienso. Si no prepara sus discursos con detalle y calma, honestamente, no quiero saber que será de los dictámenes que tiene que hacer en ejercicio de sus importantes funciones y las posibles nefastas consecuencias con la libertad de los ciudadanos. Un funcionario de tan alta dignidad no puede espetar palabras inventadas al viento como si se tratase de un juego de oratoria. Todas sus intervenciones deben ser mesuradas, razonables y, por lo menos, ortográficamente correctas. A personajes públicos, como él, se les exige rigor. En todo. En sus acciones y en sus palabras.

Imagino que la palabra que quiso utilizar el alto funcionario fue “complementariedad” —como cualidad de complementario que significa “que sirve para completar o perfeccionar algo”— cuando dijo que los fiscales y la policía “no encontramos la complementalidad de nuestro trabajo, de parte de ciertos jueces”, respecto de la lucha contra la delincuencia. Aquí cabe una aclaración de fondo y enfática: los jueces no tienen el deber de perseguir los delitos. Ese es el deber de los fiscales y de la Policía. El deber de los jueces es hacer justicia, respetar el ordenamiento jurídico, los procedimientos instaurados y velar por la garantía de los derechos constitucionales. La actitud de los jueces debe ser obligatoriamente imparcial. No puede estar orientada a castigar a todas las personas acusadas como delincuentes. Si se quisiera eso, en vez de acusarlos de faltos de “complementalidad” se debería plantear la necesidad de eliminar a los jueces del sistema penal y, en consecuencia, confiar en la todopoderosa visión de justicia de los incorruptibles fiscales y policías. Una especie de Judge Dredd, para los cinéfilos.

Señor Fiscal General, ordene y prepare sus ideas. Búsquese alguien que le prepare los discursos y, por favor, por la seguridad de todos los ecuatorianos, encuentre a alguien que lo ayude con los dictámenes que, en ejercicio de sus funciones, tiene que redactar. Cuidado se le ocurre acusar a alguien, o a mí, de falta de “complementalidad”. Y pensar que hace poco el Ministro de Educación sostuvo que el país estaba libre de analfabetos. Quién diría.

viernes, junio 05, 2009

El abandono de los dogmas

Hace tiempo escuché a un profesor español decir que el camino de los dogmatismos políticos impuestos por una ideología determinada elaborada por algunos intelectuales ilustrados había llegado a su fin. Recuerdo pensar que esta afirmación, aparte de arriesgada, me parecía un poco catastrofista ¿Qué haremos los hombres sino podemos basar nuestras decisiones políticas, morales o sociales en base a la aplicación de ciertos dogmatismos que nos han impuesto desde nuestros hogares, nuestras escuelas, nuestras iglesias y, en fin en todo nuestro entorno social, cualesquiera que este haya sido? Estos nos dan cierta seguridad en todas nuestras decisiones.

Sin embargo, parece verdad que las políticas públicas cimentadas únicamente en estos dogmatismos son dignas de culturas primitivas ya que éstas necesitaban «explicaciones» absolutas y simples para justificar sus actuaciones. Se recurría, por ende, a ciertos dogmatismos: a saber, que el monarca era ungido por Dios, que el partido representaba a la soberanía del proletariado o que las fuerzas económicas siempre encontraban un balance positivo para la economía. Todo lo que encajaba en ese dogma era válido, razonable y, en consecuencia, aceptado por la sociedad dogmatizada.

Ahora bien, en la actualidad, las políticas públicas de todos los poderes públicos deben responder a las necesidades reales de las personas que requieren soluciones a sus problemas cotidianos. No deben estar sujetas a dogmatismos políticos que limitan el campo de las soluciones posibles. Para esto es necesario un esfuerzo de aproximación a la realidad y de apreciarla en su complejidad. La mentalidad abierta, la ausencia de dogmatismos, es necesaria no solo para comprender la realidad, sino para comprender también que puede ser entendida por diversos sujetos de formas diversas, y que esas diversas aproximaciones forman también parte de la realidad.

Todo esto no implica, ni por asomo, un abandono de las ideologías, pero sí de ciertos dogmas impuestos por ellas. Las ideologías deben mutar, adaptarse a las realidades, pero no morir. Se debe recordar, en palabras de José Ingenieros, que “lo único malo es carecer de ideales y esclavizarse a las contingencias de la vida práctica inmediata, renunciando a la posibilidad de la perfección”. Los dogmas, por su lado, parecen ser incompatibles con las ideologías concebidas como caminos hacia la perfección —por lo menos en el campo de la política— en donde éste eterno perfeccionamiento que persiguen las ideologías se ve obstaculizado por determinados dogmas intolerantes, rígidos y anacrónicos.

Esta afirmación de una política con mentalidad abierta, real y plural, no se justifica desde ópticas demagógicas que buscan, como se ha hecho desde tiempos inmemoriales, mantener drogado al pueblo con retrógrados discursos contestatarios preconcebidos por lúcidas mentes en el siglo XX. Estos populismos buscan únicamente retener el poder y justificarse, infinitamente, en su propio mantenimiento. En ese sentido, los postulados del socialismo del siglo XXI, en la manera que están siendo interpretados por la revolución ciudadana, olvidan esta apreciación abierta y plural de la realidad. Para ellos, la realidad viene determinada por su visión unilateral por lo que solamente existe una solución posible al caos político que sume al Ecuador, la impuesta por ellos.

jueves, octubre 23, 2008

TURANDOT

Estoy hasta los huevos de tanta parafernalia y de tanta porquería en el manejo de la politica en el Ecuador. Pan y circo, se decia en Roma, ahora debe ser discurso y subsidios... Desde el Congresillo hasta los cambios ministeriales, todo me huele a mierda (reciclada, por supuesto, porque hay que aceptarlo que lo han hecho desde siempre).

Creo que atravieso por una etapa de reflexión pura, espcialmente ahora que estoy terminando mi tesis doctoral sobre la descentralizacion en España y en el Ecuador. Estoy seguro de que en esta etapa no deseo contaminarme por las insensateces y la estupidez que gira alrededor de los ecuatorianos que estan en el poder y de aquellos que dicen hacer oposicion, y que en realidad ayudan a que la gente siga apoyando al oficialismo dada su mediocridad y falta de tino ¿Cómo se les ocurre decir que la Constitucion que permite el matrimonio homosexual o la adopción por parte de estas? Simplemente no han leido la Constitución El artículo 67 dice explicitamente que "el matrimonio es la union entre hombre y mujer, se fundará en el libre consentimiento de las personsas contrayentes..." y posteriormente aclara que "la adopcion corresponderá sólo a parejas de distinto sexo."

En todo caso, hay cosas mucho, pero mucho peores en ese proyecto estatista que no fueron dignas de critica alguna ni de explicacion sensata a los ecuatorianos para que entiendan que esto afectara su bolsillo. La compra del pan, de la leche, del aceite y la carne. Pero no, en vez de decir las cosas importantes y que valían la pena, la oposición tomó el camino facil y apeló al sentimiento religioso y sostuvo que la Constitución era abortista y que permitía el matrimonio gay, enviando cadenas estúpidas con un contenido digno de un campesino medieval y no de una sociedad de vanguardia a la que dice representar la oposicion.

Pero bueno, bueno... Dije que tenia asco de todo esto y por eso es que me he dedicado, entre tantos libros dedicados al derecho constitucional y admnistrativo a escuchar opera. Aprender a apreciarla y descubrir sus encantos. En esto me encontre, por una recomendacion de una doctorando peruana, con Turandot de Puccini. Una obra muy inspiradora y que contiene el famoso Nessum Dorma, cantado por Pavarotti. Creo que fue una excelente obra para inmiscuirme en este mundo.

La historia es la siguiente (les recomiendo lean mi resumen y luego escuchen la opera):

La opera trata de una princesa china, Turandot y el desafío para casarse con ella. Quien quisiera esposar a Turandot debería contestar correctamente los tres acertijos que ella misma realizaba.

El príncipe de Persia había sido la última víctima de este juego cruel de Turandot. Precisamente durante su ejecución el príncipe de Timur encuentra entre la multitud a su padre, ya ciego y viejo por el exilio impuesto por la dominación china, y a Liu su fiel sirvienta (que además está enamorada en secreto del príncipe).

La ejecución continua y cuando Turandot sale al balcón a presenciar el acontecimiento y dar su beneplácito, el príncipe de Timur la vé y se enamora. Embargado por el sentimiento decide tomar el reto necesario para esposar a Turandot. Su padre y Liu le ruegan que regrese a Timur con ellos y desista de su intención. En ese mismo momento el Príncipe de Persia es descabezado.

Resuelto absolutamente, el príncipe se acerca a la plaza grita el nombre de Turandot tres veces y luego toca el gong tres veces más dando la señal inequívoca de que aceptaba el reto. En ese mismo momento, los ministros de Turandot, Ping, pang y pong toman cartas en el asunto y empiezan a organizarlo.

Llega el emperador chino y padre de Turandot y urge al príncipe a que desista en aras de no ser descabezado. El príncipe irresoluto continúa y empiezan las adivinanzas ¿Que nace todos los días en las noches y muere al amanecer? La esperanza, contesta ¿Qué late rojo y caliente como la llama pero no es fuego? La sangre, replica. No saliendo de su asombro, finalmente, Turandot pregunta ¿Qué es como el hielo pero quema como el fuego? Luego de pensarlo un tiempo, el príncipe responde Turandot!

La multitud corea por un príncipe victorioso y Turandot se tira a los pies de su padre para que evite ser entregada al príncipe. El emperador se niega al ser una promesa solemne. Sin embargo, el príncipe propone a Turandot que si ella consiguiese averiguar su nombre antes del amanecer, el estaría dispuesto a morir, igualmente.

Turandot ordena a que nadie duerma en Pekín esa noche y envía a Ping, pang y pong a que averigüen el nombre del príncipe. Aquí el príncipe canta su famoso Nessum Dorma, anticipando su victoria: “Nadie va a dormir, nadie dormirá… ni siquiera tú, bella princesa”. Los ministros que habían visto conversar al príncipe con Liu y el depuesto rey de Timur consiguen dar con ellos y los llevan al palacio para que espeten el nombre del príncipe. Liu luego de ser torturada se niega a dar el nombre de su amado príncipe, respondiendo únicamente que su nombre es “amor”. En medio de la tortura, continuada por órdenes de Turandot, Liu arrancha la daga de un soldado y se suicida acertándose una punzada en el vientre. La multitud queda conmocionada por el hecho, la crueldad de la princesa y las premoniciones del rey de Timur. El príncipe reprocha la crueldad de Turandot llamándola princesa de la muerte.

Aquí muere Puccini y el resto de la obra es completada por Franco Alfano.

El príncipe intenta convencer a Turandot para que lo ame, pero ella se niega, luego con un beso impuesto y casi violento ella se entrega a las pasiones y cede. En ese momento el príncipe le revela a ella su nombre, Calaf, dejando en sus manos el destino de su vida. Si ella quisiese podría decir al emperador el nombre del príncipe y condenarlo a muerte. Pero cuando el emperador le pregunta, ella responde que su nombre es “amor” tal como lo había hecho Liu mientras la torturaban.

lunes, junio 09, 2008

Nociones elementales para una descentralización

Recientemente, la Mesa 4 ha aprobado algunos artículos sobre la organización territorial del Estado que pronto entrarán a debate dentro de la Asamblea. A raíz de esto, la Presidenta de la Mesa ha hecho unas declaraciones ―publicadas en la página web de la Asamblea― en las que da una explicación sobre los modelos de descentralización. A su juicio, por un lado, “están el de Estado Federal, es decir cuando estos estados primarios le seden la soberanía a una confederación que es el caso de Estados Unidos, y luego el Estado Unitario.” Fuera de las faltas ortográficas, que asumo son del redactor del artículo, existen algunas imprecisiones en cuanto al fondo de la declaración que merecen ser puntualizadas.

En la declaración citada se confunden los términos y su correlativa explicación, llegándose a concluir que los Estados miembros de EEUU cedieron su soberanía a la confederación y no a una federación de Estados. En primer lugar, en honor a la verdad, los confederados americanos perdieron la guerra, específicamente después de la rendición del General Robert E. Lee y sus tropas en el Palacio de Justicia de Appomattox el 9 de abril de 1865 ―aunque algunos obstinados sigan izando sus banderas― y desde entonces los juristas americanos se han convertido en los pioneros del federalismo dual. De otro lado, es preciso esclarecer que todos los modelos de descentralización se mueven únicamente bajo la premisa de la existencia de un solo Estado Nacional. De ahí que pueden ser considerados como Unitarios todos los Estados en los que la soberanía reside representativamente en un solo ente estatal. Esta identificación ha llevado a la confusión de asociar al Estado Unitario con el Estado centralista, cuando en realidad puede existir un Estado unitario con descentralización política, como en el caso español.

Pero es que la confusión terminológica va más allá, porque asemeja las estructuras confederales con las federales y esquiva una diferenciación plausible, razonable y simple que explique el planteamiento global y la propuesta de la Mesa a la Asamblea Constituyente.

En ese sentido, debe dejarse claro que el Estado federal se diferencia del confederal, precisamente, porque aquella soberanía de los Estados miembros se mantiene en éstos dentro de una confederación, y, por el contrario, se pierde o se confunde en los Estados federales al integrarse de manera definitiva en el ente estatal superior. De la misma manera, la declaración parece simplificar que existen los Estados federales, los Estados unitarios y el Estado autonómico español, lo que tampoco es del todo acertado. Hace siglos, el gran jurista vienés Kelsen habló de una escala de descentralización política. En un extremo estarían los Estados confederales y, en el otro, el Estado unitario centralista; pudiendo existir, entre uno y otro modelo, múltiples fórmulas de descentralización. De este modo, se han desarrollado diferentes fórmulas de descentralización en las democracias occidentales, de entre las que cabe mencionar el ejemplo francés, con sus recientes experiencias de descentralización administrativa, el italiano, con su Estado regional, el Estado autonómico español, el federalismo de ejecución alemán o el clásico federalismo dual americano, entre otros.

En todo caso, aclarados estos conceptos, se debe definir si lo que se quiere para el Ecuador es un modelo de descentralización abierto y voluntario, como en el caso español, o si, por otro lado, se prefiere un modelo cerrado y rígido, como en el caso de los federalismos. Y precisamente para eso debe estar el debate constituyente: para analizar los asuntos de fondo y de conveniencia y repercusión social. En este sentido, la utilización de fórmulas y métodos de la experiencia comparada puede ser de ayuda, siempre y cuando sean bien entendidos y adaptados a la realidad ecuatoriana, que debe ser utilizada como primer referente.

martes, mayo 06, 2008

Santa Cruz, Guayaquil y Québec

La voluntad autonomista de Santa Cruz en Bolivia ha sido confirmada tras la aprobación con el 85% de los votos del Estatuto del gobierno autónomo en el referéndum de 4 de mayo de 2008. De la misma manera, hace algún tiempo, las provincias de Guayas, Los Ríos, El Oro y Sucumbíos mediante las consultas populares de 23 de enero, 13 de febrero y 17 y 24 de septiembre de 2000 plebiscitaron favorablemente para acceder a un régimen autonómico. En ambos casos, el poder central ha rechazado estos pronunciamientos y como consecuencia de ello —y de la falta de insistencia y organización de los poderes autonómicos— se ha evitado la implantación de regímenes autonómicos dentro del respectivo país que reconozcan la diversidad de las regiones y permitan un desarrollo regional.

Antecedentes de este tipo hay muchos, pero existe uno en particular, que por su ingeniosa y ecléctica solución llama mucho la atención. Esta se contiene en la decisión del Tribunal Supremo de Canadá de 20 de agosto de 1998 que, aunque dirigida al problema del reconocimiento al derecho de autodeterminación de Québec de Canadá, reconoce la obligatoriedad de los poderes públicos de entablar negociaciones de buena fe tendientes a lograr soluciones pacíficas, cuando existe una voluntad democrática clara y contundente a favor de la secesión. Esta sentencia dio origen al Clarity Act de 29 de junio de 2000, que establece los términos en que se llevaría a cabo dicha negociación y mediante el cual la Cámara de los Comunes de Canadá se erige como ente legitimado para negociar una eventual secesión de una provincia de la federación canadiense.

En este sentido, el Tribunal Supremo de Canadá, frente a una consulta del gobierno federal, reconoce tajantemente que la separación unilateral de algún territorio de la federación canadiense es inconstitucional. Sin embargo, este tribunal reconoce una obligación de los poderes públicos de negociar de buena fe una reforma constitucional en el caso que, a través de los cauces democráticos, se demuestre la existencia de una mayoría clara a favor de la secesión de algún territorio de la federación. Es decir, el principio democrático, avalado por el referéndum, no es justificación de una eventual ruptura constitucional, sino que se constituye como principio legitimador de un proceso de reforma constitucional —enunciado que nunca entendieron los asambleístas ecuatorianos y por eso siguen rompiendo sistemáticamente la Constitución de 1998—.

Esta misma doctrina puede ser aplicada al caso de Bolivia y de Ecuador. Es claro que en ninguno de los dos países Santa Cruz o Guayas hayan aspirado a la concesión de un derecho de autodeterminación de sus regiones. Lo que se reivindica es el reconocimiento de un régimen de autonomía que permita, dentro del Estado, reconocer las peculiaridades de cada pueblo y admita un manejo más democrático y eficiente del poder público. En todo caso, si la obligación de negociar de buena fe, en aplicación del principio democrático, es justificable cuando se trata de un derecho de autodeterminación, más aun lo será cuando lo que se reivindica, con una clara y abrumadora mayoría, es el reconocimiento de un derecho a la autonomía.

El gobierno boliviano, que tanto hace alarde de sus raíces democráticas, tiene la obligación de sopesar esta inequívoca manifestación de voluntad del pueblo de Santa Cruz y de negociar una solución democrática con los poderes autonómicos —ahora legitimados políticamente por el referéndum—, a través del reconocimiento de una estructura autonómica en Bolivia. De la misma manera, en el Guayas se debe reivindicar el pronunciamiento popular del referéndum de 23 de enero de 2000 y demandar de los poderes públicos —estatales, provinciales y municipales— una solución pacífica a la demanda autonómica que evite pasar por las tensiones políticas y cívicas por las que ahora atraviesa Bolivia.

los jóvenes como el futuro...

“Los jóvenes son el futuro de la patria”, esta es la frase típica, casi tomada como axioma, de aquellos que intentaron sin éxito cambiar el rumbo del país. La pregunta que debemos hacernos los aludidos por esta frase es: ¿Somos realmente el futuro? ¿O seguimos metidos en los mismos tentáculos, en la misma manera de hacer política y de vivir nuestra vida en sociedad?

Mi primera impresión es que no lo somos. Nuestra generación, y con ello me refiero a aquellos profesionales y jóvenes trabajadores nacidos desde la década de los 70, ha sido absorbida por las viejas maneras que involucran un irrespeto por las instituciones, un amor por la improvisación, y en general indiferentes frente a la corrupción.

No quiero afirmar esto sin fundamentos, los hago en mi condición de haber estudiado parte de mis estudios de bachillerato y universidad en Ecuador, EEUU y España.

En Ecuador la Universidad fue -con brillantes excepciones- un circo de improvisación de profesores que daban las clases a la hora que mejor les convenía, durante el tiempo que les placía. Luego claro, estaban los exámenes escritos en donde la copia, la polla y el celular eran los mejores aliados de paradójicamente los mejores alumnos. Personalmente tengo que hace una confesión. Copié una vez en un examen escrito durante mi quinto año de Universidad, a cuyo profesor ahora me confieso y disculpo públicamente, ya que lo hice privadamente inmediatamente después del examen. Pero mi caso, aunque vergonzoso, no fue el único y de lejos el peor. Durante toda mi carrera universitaria observé a cientos de compañeros y amigos hacer lo imposible por engañar en los exámenes a sus profesores, ya sea copiando la respuesta de otro compañero o de un pequeño papel, incluso sacando durante el examen el mismo texto de estudio. Todo esto por una mejor calificación.

Al final del camino creo que se han engañado a ellos mismos y han sucumbido a la tentación del camino fácil, han tomado la vía de la corrupción. Esos alumnos están ahora, más predispuestos a copiar en el examen para acceder a la función pública, más predispuestos para sobornar al vigilante, al juez o al funcionario público. En definitiva, más predispuestos a continuar las prácticas sucias, ineficientes y excluyentes que ha mantenido la política ecuatoriana hasta la actualidad. Esos mismos ‘copiones’ son ahora diputados, y mañana serán jueces, ministros o Presidentes ¿Qué podemos esperar de ellos? Lo mismo de siempre.

Durante mi estancia en EEUU y en España, me he dado cuenta que el alumno tiene un mayor sentimiento de responsabilidad frente a su carrera y un respeto reverencial hacia sus profesores, en su inmensa mayoría catedráticos con títulos de doctor en la materia que imparten. Salvo una ocasión, no he escuchado de un alumno copiando en su examen, o que su compañero se lo permita.

Pero tampoco podemos caer en una premonición fatalista y dejar de lado las esperanzas de un país mejor, porque, en palabras de Jorge Enrique Adoum, “es mas necesario que nunca creer en el país, la vida no valdría nada si no creemos en el país, en su gente buena, en su vocación de paz, en su capacidad de levantarse tras la zancadilla que le echan, en su fuerza para resistir.”

viernes, mayo 02, 2008

Ecuador, nación de naciones...

Esta frase nace del debate constituyente español de 1978 para explicar el fenómeno de la existencia de naciones dentro de la única nación española. Esta calificación sostenida en los profundos debates constituyentes españoles —inexistentes en el nuestro— fue descartada del ordenamiento jurídico (salvo ciertos preámbulos de Estatutos con mero valor interpretativo) por su proximidad con el principio de nacionalidades recogido en la Carta de la NN.UU. y que reconoce el derecho de autodeterminación de las naciones. La España plurinacional estaba ligada inexcusablemente al derecho de autodeterminación de las naciones que la integran, principalmente por la interpretación que al término le dieron los constituyentes vascos. La solución de la Constitución española para satisfacer esta exigencia de los pueblos españoles, con el afán de asentar la democracia y mantener la unidad, fue la de reconocer —no crear— la existencia de nacionalidades dentro de la indisoluble unidad de la nación española, descartando expresamente el derecho a la autodeterminación de las mismas.

La principal objeción a este reconocimiento, se ha dicho, es que el nacionalismo persigue lograr la independencia como ocurre en España con el País Vasco y Cataluña. Pues esto no es cierto del todo. Un nacionalismo entendido como movimiento independentista puede tener esas consecuencias, pero el reconocimiento de nacionalidades —entendidas como la Kulturnation que explica Meinecke— que integren la nación superior no tiene porque sufrir de esas consecuencias. Eso sí, este reconocimiento a las nacionalidades deberá tener efectos y evitar convertirse en una mera declaración literaria de la Constitución, por lo que a través de la misma se deben satisfacer las demandas o cuotas de autogobierno reclamadas legítimamente por dichas nacionalidades.

Se debe recordar que los Estados complejos —aquellos en que el poder se divide territorialmente i.e. federales, confederales, autonómicos, regionales— se fundamentan precisamente en el reconocimiento, en mayor o menor medida, de potestades de autogobierno de los entes territoriales que lo integran, sean estos llamados nacionalidades, regiones, estados federados, entre otras denominaciones. Reconocer la nacionalidad de una colectivo, no implica per se el reconocimiento de un derecho a la autodeterminación de los mismos. El ejemplo está, precisamente, en la unidad de la nación que el Tribunal Constitucional ha defendido en España, y su equivalente en Bélgica, Canadá y Alemania.

A final de cuentas, estas declaraciones son siempre de origen polisémico, con lo cual se debe procurar que la interpretación que demos al Estado plurinacional ecuatoriano sea aquella que reconozca la existencia de nacionalidades que integren la indisoluble nación ecuatoriana. Siempre van a existir excepciones que confirman la regla, pero lo que no se puede hacer es bajo el pretexto de que ciertos exagerados tomarán este reconocimiento como excusa para fundamentar sus aspiraciones independentistas, no reconocer una irrefutable realidad ecuatoriana, cual es, la existencia de nacionalidades que integran la nación ecuatoriana.

Descentralización???

El gobierno pretende descentralizar el Estado ubicando las diferentes sedes de los poderes del mismo en diferentes ciudades del país. El poder legislativo en Montecristi, el judicial en Cuenca y el ejecutivo en Quito. Se debe ser muy claro y contundente, el ubicar las sedes de los poderes del Estado en diferentes ciudades no es descentralizar. No se ha dividido territorialmente el poder político —a través de la creación de asambleas regionales legislativas—, ni se han creado nuevos centros de decisión política —con los poderes ejecutivos autonómicos—. Con esta reubicación sigue existiendo un solo poder legislativo, un ejecutivo y un poder judicial, sea cual sea su localización, que concentran todo el poder político y utilizan anacrónicas técnicas centralizadoras de gobierno.

Entonces, ¿porque quieren ubicar las sedes de los poderes del Estado en diferentes ciudades? Para crear una cortina de humo, un disfraz, un engaño que haga pensar que existen procesos de descentralización cuando en realidad no ocurren. Eso no es descentralizar.

Ahora en el caso de que esta absurda reubicación tenga éxito, la pregunta es ¿porque no se consideró a la ciudad con mayor población y motor económico del Ecuador? Este gesto simbólico carece de importancia funcional —dado que no existe de por medio una descentralización efectiva— pero, de hacerse, revista una gran importancia simbólica. Como se sabe los símbolos, carecen de una importancia práctica, pero recubren una inmensa importancia emocional e histórica. Entonces si lo que se quiere es encender la llama de la independencia, lo mejor es despojar a un colectivo, por la fuerza, de su identidad y de su lugar en la historia. Basta con mirar lo que hizo Franco con los vascos o los ingleses con Irlanda y que dieron origen a ETA y al IRA, respectivamente.

Suerte han tenido los políticos ecuatorianos a lo largo de la historia que no se haya creado un movimiento semejante que —reivindicando la legitimidad de la declaración de Independencia del 9 de Octubre de 1822 y el Estado de la Provincia Libre de Guayaquil— reclame la independencia de esta ciudad. Menos legitimación histórica ha dado origen a partidos políticos o movimientos independentistas en otras partes del mundo. Por ejemplo, en Galicia, existe el Bloque Nacionalista Gallego, en Cataluña, Convergencia y Unión, e incluso en Milán existe la Liga del Norte. Y digo suerte desde la absoluta convicción de que semejante movimiento sería nefasto para el Ecuador y para Guayaquil, y también lo sería el ideal nacionalista en las presentes circunstancias. Nada más el costo de una guerra civil de independencia sería desde el punto de vista humano incalculable y desde el punto de vista económico inmanejable.

Es indudable que semejante irrespeto a Guayaquil despojándola de una de las sedes de los poderes del Estado, traerá consecuencias más graves de las que prevén los asambleístas, ya que los símbolos crean llamas y éstas incendios, que a veces se tornan incontrolables. Esperemos que este no sea el caso y que se otorgue a Guayaquil lo que se merece.

viernes, marzo 28, 2008

Perspectiva Global

A veces los políticos y pensadores, inmiscuidos en los temas coyunturales, pierden la perspectiva y se olvidan fácilmente de la finalidad de toda su actividad. En este sentido, ¿cuál debería ser la primera prioridad de cualquier político sin perjuicio de su orientación, ideología o afiliación? No hay duda: erradicar la pobreza.

Desde la Presidencia de la República hasta el teniente político, pasando por los jueces y diputados –o asambleístas– deben fundamentar todas sus actividades en torno a solucionar este problema. Erradicando la pobreza se puede fundamentar una economía galopante, una educación con frutos en la investigación, una salud preventiva, entre muchas otras cosas. Esto es, sin lugar a titubeos, la prioridad más importante y la que debería primar por encima de todas. Tenemos varias maneras de conseguir esto, tal como se ha visto de países como India y China, entre otros que incrementan su clase media a pasos agigantados. En fin, tenemos que erradicar la pobreza a como dé lugar y situar al ser humano como fuente, origen y finalidad de la legislación y la actividad política. No debemos olvidar eso. Se deben articular soluciones locales a problemas locales, y desde esa base iniciar los pilares del progreso nacional. Esta debe ser la prioridad fundamental y cardinal de todos los ciudadanos.

Sin embargo, no se puede perder la perspectiva global de los problemas que aquejan a nuestra humanidad. Hacerlo en un mundo –para unos forzosamente– globalizado, sería una muestra de irresponsabilidad e irrespeto al resto de la población mundial y más que todo a la capacidad de prever consecuencias nefastas y previsibles.

En este aspecto, erradicar la pobreza extrema no será suficiente y tampoco lo serán las ‘intocables’ y ‘sacramentadas’ leyes del libre mercado –que aplicadas erróneamente la fomentan–. Debemos recordar que un progreso indiscriminado, descontrolado y de aumento masivo del consumo, tiene una sola consecuencia: la explotación indiscriminada de los recursos naturales y con ello la destrucción de nuestro medio ambiente.

Para esto las leyes del libre mercado no han sido suficientes. Han sabido –y se lo debe reconocer– en cierta medida aumentar el progreso económico y disminuir la pobreza. Lo que no han permitido es que aplicadas en su totalidad se logre una cultura de conciencia y de uso razonable de los recursos naturales que permita a todas las generaciones venideras disfrutar de los mismos beneficios y comodidades que nosotros. Y aquí rompemos el paradigma: para articular soluciones globales se debe encaminar y encauzar las leyes del libre mercado para corregir los abusos que estas permiten y crear los incentivos adecuados que permitan el desarrollo de mecanismos de producción y de generación de energía sustentables.

Si todos los hombres y países del mundo empezásemos a actuar como gigantescas máquinas de consumo, so pretexto de eliminar la pobreza, el planeta no aguantaría. Es que parece que la primera víctima del desarrollo es siempre el medio ambiente. En ese orden debemos no perder la perspectiva y dejar claro que la prioridad inmediata de todos es la erradicación de la pobreza y luego, concomitantemente, se deben tomar decisiones y adoptar proyectos que permitan crear métodos de desarrollo sustentable a largo plazo, para de esa manera dar a todos los habitantes de la tierra un futuro común de prosperidad y paz. Nuestra es la generación que puede erradicar la pobreza y eliminar el enigma entre progreso económico y respeto al medio ambiente.