martes, mayo 15, 2007

Una breve defensa del "derecho" natural

(Derecho va entre comillas porque no es del todo propia la expresión)

El hecho de que, aplicando la suficiente presión, el dedo de una persona pueda ser doblado más de 120% grados de la posición inicial de mano abierta, no hace que la (seguramente dolorsa) posición resultante sea en ningún sentido natural.

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Ultimamente creo que más allá de su pesada y totalmente prescindible ontología, hay mucho sentido a las posturas de "derecho" natural en cuanto a que efectivamente me parece que existe una moralidad, básica, compartida, vencible si se le aplica suficiente violencia, que representa algo básico de nuestra naturaleza humana.

Pienso en ella como un río, en el que, si bien las violencias circunstanciales pueden enturbiar las aguas, la tendencia general sigue siendo cuesta abajo hacia el mar.

Por supuesto, nada de esto implica metafísica complicada. Basta asumir que tenemos ciertas afinidades programadas en nuestra biología, o quizás, predisposicones biológicas que se disparan en las situaciones sociales básicas de todo ser humano, primera entre ellas, la familia. Esto ya lo dijo Rawls si no me equivoco.

(En todo caso, buscar las causas de esta moralidad ya es una tarea adicional que no me preocupa; y sigo siendo fundamentalmente un intuisionista en términos éticos.)

En todo caso, hoy en día, todo esto me parece absolutamente plausible.

Sobre la(s) ideología(s) I

Esto es algo en lo que quiero profundizar más adelante. Tengo la intuición, la convicción si se quiere, de que si tenemos valores éticos y respeto por la ciencia no necesitamos ideologías.

Los valores éticos todos los conocemos, pero existe la tendencia a desconocerlos en el discurso académico y en debate ¨pluralista¨ o ¨secular¨. Parece ser que lo intelectualmente defendible y políticamente correcto hoy en día es reemplazar los principios éticos más humanos por referencias a valores aparentemente neutros como la libertad, la democracia o la eficiencia económica. Hoy en día, en muchos foros, no parece ¨serio¨ decir que la inequidad económica mala, o inmoral, preferimos decir que es insostenible, que degenera la calidad de la democracia, o por el contrario, que es inevitable para mantener una economía eficiente. Curiosamente, es al hacer esto que realmente estamos violando la integridad intelectual de nuestro discurso, aduciendo argumentos pseudocientificos que esconden juicios morales, cuando la pregunta llama por un juicio de valor. Estos valores neutros, a diferencia del compromiso laborioso de los valores morales reales, son silogisticos y abstractos y se adaptan mal a las situaciones particulares.

No debemos temer que usar valores reales representa una solidificación intolerante de posiciones. Las ideologías son las que causan esto. Los valores humanos reales estan totalmente integrados a la historia personal de cada uno, y de la misma forma que la interacción con los demás cambia orgánicamente nuestra historia peronsal, también la vida es capaz de harmonizar nuestros valores. Lo mismo no sucede con las ideologías que existen por si solas en el mundo de las ideas.

Esta tendencia moderna a clamar por valores neutros responde a una sobre-estimación (y mala estimación) de la supuesta objetividad de la ciencia, por un lado, y a una innecesaria sub-estimación de las certezas de la moralidad.

Los únicos que creen en la certezas de la economía o de la teoría política son los que no saben mucho de estas disciplinas, o los que aun sabiendo mucho, han abandonado el espíritu de la actividad científica para dedicarse al quehacer político de propagar sus ideas. Cosa que es muy posible; Khun a demostrado, por ejemplo, que el que una persona se aferre o no al método científico no juega papel alguno en su capacidad de hacer descubrimientos. Ninguna ciencia social puede hoy en día reemplazar el sentido común y la moralidad compartida de los seres humanos, y la labor de la ciencia no es crear una moralidad científica pero demarcar los contornos de la realidad para informar el accionar humano respecto de sus consecuencias.

Por otro lado, la moralidad de las personas es mas convergente de lo que creemos, y en el mundo de los valores reales, no de los ideólogos alienados, la interacción humana harmoniza las posiciones extremas a posiciones complejas pero vivibles.

Si los valores nos dicen el camino que debemos tomar como individuos y como sociedad, la ciencia es el vehículo que nos permite realizar la travesía. Tiene poco sentido, hoy en día, lanzarnos a la búsqueda de justicia social sin poner atención a las experiencias de otros o a las generelizaciones interseantes que pueden haber surgido de esas experienicas. No hay mérito en neciamente tropezar en la oscuridad cuando otros han hecho ya esta labor. Puesta en su verdadero lugar -no en la elaboración de valores pseudocientificos, ni en un intento de sostener ontologías- la ciencia brilla como la mejor herramienta para llevar a cabo las aspiraciones humanas.

Esto dicho, cual es el papel de una ideología? Evitar el razonamiento moral y el razonamiento científico ofreciendo una solución prefabricada para nuestras preguntas, cuya única virtud -la consistencia- es algo muy poco loable en un mundo infinitamente complejo como aquel en que vivimos.

martes, mayo 08, 2007

Democracia vs legalidad

Unas palabras del profesor Garcia de Enterría, en su discurso a alumnos de la Universidad Complutense de Madrid, que seguramente resonaran en las mentes de todos aquellos politicos que han utilizado el pretexto democratico y la voluntad popular para transgredir las leyes:

<<... no cabe, en modo alguno, contraponer principio democrático con principio de legalidad. La primera aplicación del principio democrático es ser gobernado por la Leyes (obra de la voluntad general) y no por los hombres; es el Preambulo de la Constitucion quien lo dice, no yo; la Constitucion se promulga con la "voluntad de (...) consolidar un Estado de Derecho que asegure el impero de la Ley como expresion de la voluntad general".

Ninguna autoridad puede invocar su origen democrático para infringir la ley; ésta es la esencia misam del Estado de Derecho...>>

Cuantas veces no hemos escuchado que la voluntad popular en las urnas a favor de la instalacion de una Asamblea Constityente, es suficiente para transgredir las normas (ya que la actual Constitucion no comtemplaba ese procedimiento para reforma d ela Constitucion) e instalar de ese modo la dichosa Asamblea?

Esto no es culpa de los politicos. Es culpa de nosostros. Del pueblo que no hace respetar su voluntad original, su voluntad esencial, que es vivir en un Estado de Derecho. No hacemos respetar el acuerdo básico, que consiste en tener reglas del juego y respetarlas. Hasta cuando vamos a permitir que nos impongamos (a traves de Constituciones) reglas del juego democrático y las rompamos nosotros mismos, en una cadena de eventos que nunca tienen como finalidad el bienestar del pais, sino un incansable cambio de las reglas.

Nuestra vida democratica es un partido de futbol de 90 minutos que ha empezado 19 veces (19 constituciones) y cada una de esas veces, hemos cambiado las reglas sobre el numero de jugadores, el offside, la cantidad de tarjetas permitidas, el tipo de balón, y hasta el color de los equipos.

Hasta cuando seguimos en esto!!! Dejennos jugar el partido!!!

jueves, mayo 03, 2007

¿Para qué sirve una Constitucion?

¿Cuál es la función principal y real de una Constitución? ¿Por qué el contenido de una Constitución debe ser conocido y aprobado por todos, desde el betunero hasta el diputado (restituido o suplente)?

Estas preguntas se tornan realmente muy importantes en estos momentos, cuando está próxima la instalación de una Asamblea Constituyente que –entre otras cosas- dictará una nueva Constitución (CE) sobre la cual se ha generado una expectativa muy grande y en la que la esperanza del pueblo recae. Esta nueva CE, supuestamente, traerá por fin los cambios tan necesitados y reales que necesita el Ecuador para convertirse en un auténtico Estado de Democrático de Derecho. A mi juicio, es difícil pensar que la expedición de una nueva CE empezará a construir desde arriba, los cambios necesarios para permitir una transformación integral del modelo seudo-democrático ecuatoriano. Sin embargo, la expedición de una nueva CE es inevitable con la instalación de una Asamblea Constituyente, con lo que ahora se torna muy necesario y urgente saber para que sirva una CE, en aras de poder redactar nuestra próxima Carta Magna de la mejor manera posible.

La Constitución como Acuerdo Básico.- La CE debe nacer de un consenso general, de un acuerdo básico que permita a una mayoría significativa de los ecuatorianos sentirse parte del mismo. Es por este motivo que las Constituciones no deben ser impuestas, porque generan inmediatamente un rechazo significativo de parte de la población, lo que deriva en su masivo incumplimiento y la consecuente ruptura del orden constituido. Las Constituciones deben ser asumidas y generadas dentro de la fundamental y necesaria convicción de respetar la nueva Constitución, de respetar las nuevas reglas del “juego” –si cabe tan atrevida analogía-, y de utilizarla como fundamento del Estado mismo.

Haciendo un descriptivo símil, si nos sentamos 5 personas a jugar un juego de mesa, antes de empezar a jugarlo, debemos todos ponernos de acuerdo sobre las reglas básicas del mismo. Por ejemplo: ¿quién tira los dados primero? ¿Qué fichas o que colores va a utilizar cada jugador? o ¿En qué sentido van continuar los sucesivos turnos, ya sea en sentido de las manecillas del reloj o en sentido contrario? Esa analogía podemos trasportarla –con mucha mas envergadura, complejidad e importancia- a un proceso constituyente y reconocer ciertos símiles. Por ejemplo, los 5 jugadores que se ponen de acuerdo con las reglas básicas del juego, son los constituyentes y esas reglas básicas del juego son la Constitución misma. Entonces, si una parte significativa de los 5 jugadores no está de acuerdo con las reglas del juego –autoimpuestas- no las respetarán y las incumplirán. De ahí que la CE deba erigirse como un Acuerdo Básico que provenga de un consenso general de todos los “jugadores”.

La Constitución como instrumento de control del poder.- Al establecer las reglas básicas del “juego” la CE elabora un marco jurídico general, estable y permanente, que reconoce los derechos de los ciudadanos y delimita las funciones del Estado y su papel en la sociedad. Esto permite a los ciudadanos, conocer plenamente cuales son nuestros derechos, nuestros deberes y cuales son las potestades que, fruto del consenso social básico, hemos otorgado al Estado. Este conocimiento de las reglas básicas del “juego” –siguiendo con la atrevida analogía-, nos permite controlar a los otros jugadores (Estado y otros ciudadanos) y saber cuando sus actuaciones no están de acuerdo con las reglas impuestas por todos. Es por esto que la Constitución, en los sistemas democráticos modernos, es el instrumento principal de control del poder y de la lucha contra la arbitrariedad. Además, la CE es instrumento de reparto del poder, al establecer en ella misma el sistema de distribución de poderes que permite el funcionamiento del sistema de pesos y contrapesos entre los poderes del Estado - piedra angular donde se asientan los modernos sistemas democráticos- lo que evita la concentración del poder y la arbitrariedad.

La Constitución como competencia de competencias.- Como dijimos anteriormente, la CE establece el marco jurídico general, sobre el cual el Estado puede ejercer sus poderes para satisfacer el interés general. Este marco jurídico, debe ser concebido como límite de la actuación estatal, pero al mismo tiempo como fundamento del poder. Es decir, la Constitución traza el camino por el cual el Estado puede transitar en la vida pública. Todas las potestades del Estado encuentran su origen en la CE y son posteriormente desarrolladas por el poder Legislativo, como expresión de la soberanía del pueblo. En otras palabras, la CE o Acuerdo Básico, traza los caminos principales de la actuación estatal para que posteriormente los poderes constituidos la desarrollen libremente, siempre dentro de los límites por ella impuesta. Por eso decimos que la CE es competencia de competencias, porque todas las competencias del Estado nacen exclusivamente de la expresa atribución de las mismas en la CE y no de antojos particulares del caudillo de turno.

Entonces, ¿para qué sirve una Constitución? Una Constitución sirve para establecer las reglas básicas de la vida en sociedad. Sirve para reconocer derechos y establecer obligaciones para los ciudadanos. Sirve para delimitar el papel y las funciones del Estado. Sirve como instrumento de unidad política del Estado. Sirve para controlar al Estado y evitar el abuso y la arbitrariedad. Una Constitución sirve para unir, para cohesionar, para fusionar a toda una sociedad bajo unas reglas del juego que permitan avanzar en conjunto en pro de un futuro común de progreso, paz y prosperidad. Asimismo, una CE mal concebida, producto de la imposición y que responda a modelos ideológicos cerrados, puede servir de instrumento de opresión o, peor aún, puede que no nos sirva para nada.