viernes, abril 13, 2007

¿Porqué los plenos poderes?

Alguna vez se han preguntado ¿porqué los plenos poderes? ¿Porque tanta insistencia en los plenos poderes? La respuesta es bastante desconcertante, sino aterradora.

La pregunta para la consulta popular que deberá autorizar la instalación de una Asamblea Constituyente de plenos poderes, dice: “¿Aprueba usted, que se convoque e instale una Asamblea Constituyente con plenos poderes de conformidad con el Estatuto Electoral que se adjunta, para que transforme el marco institucional del Estado y elabore una nueva Constitución?”

De la pregunta, como esta formulada, podemos afirmar que la instalación de la Asamblea de plenos poderes tiene dos finalidades: 1) Transformar el marco institucional del Estado, y 2) Elaborar una nueva Constitución. La segunda pregunta tiene una respuesta clara y evidente. Es casi unánime la convicción general de que la Constitución del 98 necesita cambios estructurales para poder implementar un nuevo modelo de país que satisfaga las necesidades actuales de los ecuatorianos. Sin embargo, lo que es digno de comentar es el primer propósito de la Asamblea Constituyente ¿A que se refiere la pregunta con transformar el marco institucional del Estado?
Como nos explica BREWER-CARIAS, Alan (Golpe de Estado y Proceso Constituyente en Venezuela, Segunda Edición, 2007, Ed. Goberna&Derecho, Guayaquil) transformar el marco institucional significa que la Asamblea Constituyente podrá, a su antojo reorganizar, suprimir o crear cualquiera de las instituciones políticas del Ecuador –desde el Congreso Nacional, Corte Suprema de Justicia, Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo Electoral, hasta cualquier concejal, alcalde o teniente político-, sin un requisito de motivación, y sin ningún procedimiento estricto, sino que simplemente con la mayoría simple de los Asambleístas. Tenemos que ser conscientes de esto, ya que en el caso de ganar el SI en la consulta popular, debemos recordar que estamos entregando a los Asambleístas la potestad de remover a cualquier funcionario público –desde el Alcalde de Guayaquil hasta el Teniente Político de Catarama- y de suprimir cualquier institución del Estado –como dijimos Corte Suprema, TC, etc.-

En mi honesto criterio, no son necesarios los plenos poderes de la Asamblea para implementar los cambios estructurales que la Constitución necesita. Entonces, si lo que queremos es una nueva Constitución ¿porqué los plenos poderes? ¿Por qué queremos concentrar tanto el poder?

Como dije, creo que no son necesarios ni convenientes los plenos poderes de la Asamblea, porque lo que realmente queremos los ecuatorianos es una nueva Constitución que nos permita explotar nuestras habilidades, reconociendo nuestras diferencias. Necesitamos una Constitución como carta de navegación del país, que nos permite dar los pasos certeros y adecuados en búsqueda del progreso integral. Necesitamos una Constitución como límite convencional a la democracia, que evite los riesgos del tumulto, la anarquía y el fraccionalismo. No necesitamos una democracia de las Asambleas, sino una democracia de las instituciones. No necesitamos un órgano de poder absoluto –digno de la Edad Media- con potestad de reorganizar todo el marco institucional, sino más bien que se concentren en redactar una Constitución real, práctica y abierta que nos guíe hacia el camino de la prosperidad y el desarrollo. Es por esto que la Asamblea DEBE SER DIRIGIDA – y convertirse en Asamblea Constitucional-, con un mandato soberano de incluir una limitación absoluta de que la Asamblea se instaurará con la única finalidad de dictar una nueva Constitución y someterla a aprobación por referéndum. De esta manera desvanece el fantasma de que la Asamblea tenga poderes absolutos –comparables con los de Luis XIV, el Rey Sol- y que pueda reorganizar a su antojo todas las Instituciones del Estado irrespetando la voluntad popular de las elecciones de octubre de 2006.


Sabemos que la clase política vieja ha hecho, sigue y seguirá haciendo atrocidades en el manejo político del país, manejando las instituciones a su antojo y demostrando un total desprecio por las instituciones del Ecuador y especialmente por su pueblo. Este desacierto –por decir lo menos- no es justificación para que ahora, so pretexto de aniquilar a esa clase política vieja y corrupta, se sigan manteniendo esas prácticas de insolencia, arbitrariedad e irrespeto. Personalmente estoy consciente que la Constitución necesita reformas esenciales y urgentes que permitan más gobernabilidad y un mayor reparto del poder político –por ejemplo en reconocer el Derecho a la autonomía – que redunda en un beneficio para todos los ecuatorianos. Sin embargo, esta nueva Constitución, como instrumento de unidad política del Estado, no puede nacer como una imposición de soluciones coyunturales, sino más bien de un proceso de consenso general. Un Acuerdo Básico. Este acuerdo básico debe tener como primicia fundamental la necesaria convicción de todos los que hacemos el consenso -el pueblo del Ecuador- de respetar la nueva Constitución y de utilizarla como fundamento del Estado mismo. Ese es el consenso fundamental. Para facilitar esta labor de respeto a la Constitución, es necesario, que ninguna fracción SIGNIFICATIVA de los grupos políticos o sociales rechace el texto constitucional, dado que si la rechazan, cuando estos lleguen al poder, van nuevamente a propiciar una Asamblea Constituyente.
¿Cómo se logra la estabilidad y el respeto al texto constitucional? Otorgándole un carácter abierto a la nueva Constitución. Una Constitución con reglas del juego en un marco flexible, definidor a largo plazo de un óptimo social y económico que puede y debe realizarse de una u otra forma en virtud del juego plural de las fuerzas políticas. En otras palabras, la Constitución no está para satisfacer un determinado modelo ideológico (liberal, socialista, etc.), sino que debe garantizar y fomentar el pluralismo político, por medio del cual hoy nos rige un hombre de izquierda y el siguiente presidente que elijamos puede ser de derecha o de centro. Los Gobiernos pasan, el poder se transfiere, pero la Constitución debe perdurar hasta que se agoten todas las vías posibles para su desarrollo y ejecución. Es por esto que la misma debe establecer las reglas básicas en las que todos estamos de acuerdo y que por eso mismo se tornan en BASICAS. Estas reglas básicas deben ser lo suficientemente generales para que la Constitución no puede concebirse como un sistema cerrado de instrucciones vinculantes, precisas y unívocas, sino como un cauce, un marco de límites externos dentro de los las cuales las diferentes fuerzas políticas que se encuentren en el poder, producto de la voluntad soberana, puedan ejercerlo libremente.
Entonces, ¿son realmente necesarios los plenos poderes de la Asamblea? Personalmente creo que no. Los cambios pueden venir con la expedicion de una nueva Constitución, ya que éstos derivan, no de la norma, sino de la firme convicción de una nueva generación de políticos honestos y capacitados de implementar, en su día a día, los cambios y las nuevas formas de hacer política necesarios para rescatar a nuestro país de este abismo.